En una época donde sacerdotes y monjas portaban calzones de castidad, acaeció en una villa sin nombre ni memoria -y mejor para ellos el haberlo olvidado-, una de tantas burdas historias.
Erase una pareja de jóvenes, siendo ella resguardada en su sexo por una madre devota de las formas que el dogma exige, llevaba en torno a sus genitales un escudo fundido protegido por el sello de una cerradura. Ocurrió que para consumar el amor y cumplir con la prueba -las dudas en torno se presentan insitadas por el clima-, que el verano sudoroso propicia, el joven empredió la difícil empresa de convencer al padre moralino de entregar la llave que le impedía explorar -al fin aventurero- la forma carnal de aquellas nalgas de cobre.
Sucedió, como era de esperarse, que tanto el padre como la madre se negaron rotundamente ha concederle el último engranaje para acceder a la virginidad de su vástago. Empero, le propusieron efectuara un largo viaje hacía un olvidado reino donde habría de cortarle la cabeza a un temido hechizero, pues de esa forma demostraría ser digno de la mano y ... de su hija -que manía con la dignidad y con andar degollando gente-.
Aconteció así, cabalgando empredió la travesía y demoró largos años. Al cabo de cinco años él regresó. Se presentó en la morada de su amada con el seso del evocador de maleficios, esperando recibir lo que con los padres había acordado. Satisfechos con el resultado dieron la vieja llave al explorador y éste se encerró en la alcoba con su prometida. Ella se tendió sobre la cama mientras él sostenía la llave con fuerza ansiosa, tocó los extremos del artefacto para acomodarse, cuando por la oxidación o algun otro funesto motivo, éste se rompió y cayó abierto al suelo. "5 años", murmuró, y lanzando la llave por la grieta entre las rocas, abdandonó el castillo.
Desde entonces ha resuelto vagar por los pueblos aledaños pregonando: soy casto.
Erase una pareja de jóvenes, siendo ella resguardada en su sexo por una madre devota de las formas que el dogma exige, llevaba en torno a sus genitales un escudo fundido protegido por el sello de una cerradura. Ocurrió que para consumar el amor y cumplir con la prueba -las dudas en torno se presentan insitadas por el clima-, que el verano sudoroso propicia, el joven empredió la difícil empresa de convencer al padre moralino de entregar la llave que le impedía explorar -al fin aventurero- la forma carnal de aquellas nalgas de cobre.
Sucedió, como era de esperarse, que tanto el padre como la madre se negaron rotundamente ha concederle el último engranaje para acceder a la virginidad de su vástago. Empero, le propusieron efectuara un largo viaje hacía un olvidado reino donde habría de cortarle la cabeza a un temido hechizero, pues de esa forma demostraría ser digno de la mano y ... de su hija -que manía con la dignidad y con andar degollando gente-.
Aconteció así, cabalgando empredió la travesía y demoró largos años. Al cabo de cinco años él regresó. Se presentó en la morada de su amada con el seso del evocador de maleficios, esperando recibir lo que con los padres había acordado. Satisfechos con el resultado dieron la vieja llave al explorador y éste se encerró en la alcoba con su prometida. Ella se tendió sobre la cama mientras él sostenía la llave con fuerza ansiosa, tocó los extremos del artefacto para acomodarse, cuando por la oxidación o algun otro funesto motivo, éste se rompió y cayó abierto al suelo. "5 años", murmuró, y lanzando la llave por la grieta entre las rocas, abdandonó el castillo.
Desde entonces ha resuelto vagar por los pueblos aledaños pregonando: soy casto.
1 comentarios:
Todo un caballero provenzal debe haber sido para -¡después de cinco años!- quedarse en un murmullo y una exclamación. Hubiera sido herrero y seguro que hubiera dicho lo de San Agustín: ¡Señor, hazme casto!... pero no todavía.
Me tomé la libertad de leérselo a una amiga y se murió de la risa. Ambas coincidimos en que tu prosa fluya de una manera muy agradable.
Lol! As I told you, for some things I do feel more comfortable in English. It’s such a pity you’ll probably won’t be able to follow it. Oh well, I loved your story. It flies with the ease of an unladen swallow. This has the same mix of historical onirism , stiff-upper-lip and psychedelic grooviness that the best of Monty Python’s sketches have. Really delicious! Thumbs up, m8, thumbs up.
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